lunes, 21 de octubre de 2013

LUJOS MODERNOS.

Persiguiendo los Precios, 20 de Octubre 2013.

“Si el tiempo es lo más caro, la pérdida de tiempo es el mayor de los derroches…”
>>>Benjamin Franklin.-

Durante toda esta semana me tropecé constantemente con la misma frase en los titulares a los que me enfrenté en cada despertar: HAY ESCASEZ.

Pareciera que desde bien temprano el mundo noticioso se empeñara en darnos un susto matutino, abrir los ojos en este país ya es sinónimo de sobresalto.  Sobresalto que se asoma al verificar las cifras estratosféricas en el alza de los precios de cualquier artículo que imaginemos.  Desde algo que se le pueda llamar “lujo”, hasta lo básico y alimenticio de cualquier supermercado están más allá de las nubes, perdiéndose de vista, y extraviándose también del bolsillo.  Sería bueno desglosar esa palabra, “lujo”, que una de sus definiciones es: “Abundancia de cosas no necesarias…”, sonaría como un chiste dicha descripción si la leemos desde un concesionario de vehículos, y aunque este no esté en la lista de productos vitales para el ser humano, brillan por su ausencia.

Otro de los significados de “lujo” es:  “Todo aquello que supera los medios normales de alguien para conseguirlo”…  Ahí es donde volvemos a atrás, si nos guiamos por esa explicación, entonces el par de kilos de harina precocida que una señora llevaba abrazados con tanto amor después de casi cinco horas en una de esas referidas colas a las afueras de un automercado, son un Lujo.  Porque ella, al igual que muchísimos venezolanos, superan sus medios normales para conseguirlos.  La opulencia y la ostentación evolucionaron en este país, y cualquier producto que para algunos otros serían comunes y corrientes, para nosotros forman parte de nuestros Lujos Modernos.

A todo esto le acompañan los terroríficos y despiadados precios.  No hace falta ser un economista estudioso sumergido en balances, tablas, gráficos y teorías numéricas para explicar como se desvanece una quincena ante la mirada nerviosa del cliente que se enfrenta a esa alcabala llamada caja registradora en el supermercado.  Yo creo que el momento en el que van pasando los productos de primerísima necesidad por el lector de códigos de barra, cada uno de ellos va acompañado por una plegaria a un santo distinto para que la cuenta cuadre.  Al final, las bolsas llevan más canonizados adentro que alimentos para la casa.  Los bolsillos quedan vacíos con más rapidez, y las bolsas llevan más aire.

El gran protagonista de este panorama es alguien que nombramos con el misterio propio de las películas de espias: el Dólar.  A quien yo le llamo Extraterrestre, porque es verde, todos hablan de él, anda por el espacio, pero muy pocos lo han visto.
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Aunque parezca tarde, o parezca injusto, recuerda:  siempre fue mejor así.
#chaitopues    @OmarCharcousse    

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